miércoles, 12 de mayo de 2010

La Ciudad del Viento, (Relatos, extracto tercera parte)



 
Versos del Sueño de Abril (extracto)
  II
Mis pies son torpes y he perdido el suelo que guía mi andar. Mis pasos largos van a posarse en un lodazal lejano.
No he bebido agua en todo el día y extiendo mis manos hacia el río hasta alcanzar la orilla y probar un sorbo.
Una brisa de traición me empuja y pierdo el equilibrio, cayendo en el fango pesado y fétido.
Mi boca pegada al lecho deja entrar por mis labios  la humedad del pantano saciando el temor a morir de sed.
Por mi nariz se cuelan cristales diminutos, rayendo mis pulmones rompiendo hasta la sangre mi garganta.
Por fin viene el viento y me levanta, hasta salir del negro tormento. Limpio mi rostro y seco mi pecho, miro hacia atrás y veo que nada está ya.
Ahora debo elevarme y encontrar mi tesoro con la ira, sin amor que calme mi desvelo.
                                       III         
Son las cinco de la mañana. Todo está listo y he dejado un cerro de desperdicios que me esperan a mi regreso. Tal vez no los encuentre; tal vez  la corriente se los lleve o, lo más probable, un saqueador  los tome, sin saber qué maleficio arrastra con él.
El viento favorece mi avance y el faro me guía hacia donde el río desemboca al Gran Lago. Mi rostro está limpio y pasa por mi mente el recuerdo de un bote de tablas que alguna vez construimos junto a mi hermano cuando yo tenía ocho años, el cual naufragó antes de siquiera despegarse de la arena.
El sol a mi espalda dibuja  una sombra sinuosa, que en el agua calma,  traspasa la sábana blanca que cubre el cauce. Me siento el capitán de una cruzada, solitario ante el ejército desconocido que me aguarda en el Gran Lago y recuerdo que
alguna vez escuché la historia de un joven que, hace más de veinte años, se aventuró al Gran Lago en su bote,  buscando a  su hijo   que había sido llevado por las aguas. Otros hablan de seis hombres pequeños con cabeza de pájaro que raptaron al niño subiéndolo a una balsa de velas negras que se elevó hasta desaparecer en el cielo. Dicen también que nunca se le  vio volver. Si en mi rumbo lo encuentro, será él mi compañero.

1 comentario:

  1. Sigue escribiendo Udo..sigue avanzando en esta senda de creatividad..no muchos poseen este talento.. y tú lo tienes!!

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