jueves, 17 de diciembre de 2009

Claudio con los zapatos rotos (artículo)

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Cierto amigo árabe de mi padre acostumbraba decir: La oportunidad se presenta solo una vez en la vida y el que no la aprovecha perdió para siempre; decía esto refiriéndose a la viveza que hay que tener para hacer buenos negocios, ser oportuno y rápido.
Hoy vivimos uno de esos momentos que marcan el comienzo de un proceso, una oportunidad que se nos presenta: La reconstrucción del carácter histórico de nuestra ciudad o el rescate de lo que aun nos queda para seguir siendo una fuente de talentos y héroes.
La Visión de una Mejor Ciudad es aquello que nos puede orientar hoy, cuando enfrentamos momentos de decisión, cuando definimos nuestras estrategias y fijamos objetivos, es como los sueños para el hombre. Podemos transformar esa Visión en un símbolo, un nombre, una pintura, una canción y ponerlo en un lugar visible para recordar cada día cual es Nuestra Misión, que esté a la vista de todos para guiar nuestros pasos.
Cuando dialogamos acerca de los espacios físicos, en realidad estamos definiendo un paradigma: Que el crecimiento necesita de una espació físico, que es además un punto de referencia para medir cuanto crecemos, aun así esto es más concreto, definimos un lugar con nombre, ubicación y le ponemos un número para costear su ejecución. La pregunta que me surge entonces es: ¿Con qué llenamos este espacio?
Un teatro es simbólico e inspira la creación de muchos, es el lugar donde se encuentran artistas seductores y espectadores que buscan la seducción, es un lugar donde se despliegan pasiones y logros épicos, donde se consagra el trabajo de aquel que un día decidió dedicarse a lo más humano que conozco: Las ideas y la creación constante.
Es lógico que tratemos de “terrenalizar” los propósitos y transformarlos en obras visibles, lo que no es muy comprensible es que no seamos capaces de revisar los paradigmas. ¿Necesitamos realmente gastar seis mil millones de pesos en un teatro? También se dialoga acerca del modelo de gestión en lo administrativo y gestión cultural, yo pregunto ¿La gestión cultural es organizar ciclos o eventos artísticos y culturales? La verdadera gestión, el génesis de la cultura está en el espíritu del ser humano, y un modelo de gestión debiera partir por revisarnos a nosotros, que hoy por hoy somos un panteón de grandes hombres y mujeres, un lugar para adorar el pasado: ¿Y ahora qué? Le vamos a levantar un monumento a lo que no somos, y a las orquestas que vienen de Santiago o de Concepción, a las compañías de teatro de fuera de Chillán y a una niña pianista prodigiosa rusa con comodísimas butacas casi vacías.
Tal vez se pierde el foco cuando se presentan oportunidades tan seductoras como recibir una cantidad de dinero enorme para Chillán y centramos las opiniones en informes que hablan de un edificio, pero ¿Qué le vamos a poner adentro? Observo cierto arribismo y vanidad en la discusión , creo que más que un nuevo edificio para la foto debiéramos mirar hacia el lugar donde habitan los talentos abandonados, los niños que no conocen quien es ese señor de nombre musical y que debió irse a estudiar música fuera de Chile para ser el mejor pianista del siglo veinte .
Cuando estoy en las villas y poblaciones de la clase media de Chillán y veo a las personas transitar por las calles, no las veredas, esperando micro en un barrial, a mujeres con dos o tres niños mal alimentados de la mano, me pregunto: ¿Para que? Para pretender y fantasear que aquí se produce cultura como embutidos. Cierto complejo nos lleva a pensar en un lugar opulento y reservado para una elite artística (digo esto en forma respetuosa y no peyorativa) que a fuerza de perseverancia y becas logra vivir gracias al arte y que el estado o nosotros cumplamos con el deber de pagar por sus buenas ideas; pero eso no alcanza, la cultura no se ve hoy en las calles, no está en las villas, no está tampoco en los colegios ni en las casas de los chillanenses, quien la secuestró, no se. La cosa es que ya no está y veo con tristeza a una mujer caminando por una calle que lleva de la mano a un niño de nombre Claudio con sus zapatos rotos.
Somos las personas lo único presente a través de toda la cadena de cualquier proceso, somos el capital más valioso y costoso y la cultura nace desde nuestro interior y de las relaciones que se establecen entre nosotros. Creo que si existe la oportunidad de tener un fondo tan grande de recursos debiéramos pensar todo de nuevo, partiendo por saber de qué metal y de que tamaño es nuestra espada antes de comprar una vaina tan cara.
Esta es nuestra oportunidad de hacerlo todo de nuevo, pero bien desde el principio; de rescatar y reconstruir la identidad de nuestra ciudad histórica, fortalecer el vínculo entre las organizaciones publicas y privadas y los hombres y mujeres comunes y corrientes, de establecer un nuevo trato, de sincerarnos y aceptar que no hemos crecido en productividad cultural, hemos retrocedido y un teatro de seis mil millones no nos devolverá el carácter.
Tal vez nuestro alcalde recoja estás palabras y lo piense, que visualice el futuro. Puede ser que muchos se sientan frustrados y otros enfurecidos, es cierto que necesitamos un espacio, pero antes hay que invertir en el capital humano que da origen a los grandes hombres y mujeres: Los niños, después hablemos de templos, ¿De qué me sirve un templo si no escucho la palabra y no he aprendido la oración?
Podría acaso ser más productivo invertir en una gran academia de las artes con un gran director como Gonzalo Rojas que aun nos acompaña y vive a cuadras del centro, con muchos buenos profesores, buenos sueldos muchos cupos para talentos de Chillán y sus alrededores, suficientes salas para diversas disciplinas y horario de Domingo a Domingo, con un equipo de profesionales en gestión cultural y docencia que también trabaje en terreno interviniendo en las familias de los talentos y además de todo, con un gran auditorio que ofrezca el mismo espacio y dignidad de un teatro.
Invirtamos en tener nuevas y mejores personas y estoy seguro que con la participación de personas con buenas ideas y bien lideradas, podemos crear un modelo de gestión cultural que sea el antecedente para no repetir este episodio oscuro. Tendremos una nueva generación capaz de desarrollar y mantener una ciudad en base a su capital más valioso, que somos nosotros mismos.

Udo H. Schweitzer M.

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